La semana pasada, Domingo Docampo, catedrático de Teoría de la Señal en la Universidad de Vigo y viejo amigo del grupo EC3, nos visitó y, como suele hacer cuando visita estas tierras, impartió un magnífico seminario de investigación, co-organizado por U-CHASS y #YoSigo. En esta ocasión, exploró el complicado mundo de la ciencia centrándose en los cárteles de citas y su relación con las prácticas de evaluación científica. Tituló su presentación “Citation Cartels y evaluación científica: crónica de un peligroso desencuentro”, y nos most´ro, a través del ejemplo de las Matemáticas (su campo de investigación), cómo el valor de las citas se ha deteriorado en los últimos tiempos. La calidad en la investigación, en su opinión, necesita una forma diferente de entender y medir el valor de su indicador más utilizado actualmente, es decir, las citas.
Como experto en Matemáticas, Docampo demostró cómo, en este campo concreto, la/os investigadoras/es que tienen los premios más prestigiosos ya no son las/os más citadas/os. Estableció una clara relación entre lo que llamó “cárteles de citas”, es decir grupos de investigadores que acuerdan aumentar indiscriminadamente la citación entre ellos, y las prácticas editoriales de revistas cuestionables, que aceptan sus manuscritos para publicación aunque contengan incontables referencias injustificadas. También se mostró muy preocupado por cómo estas tendencias pueden afectar a toda una nueva generación de científicos.
La charla de Docampo resultó tan interesante como preocupante por la evidencia que presentó y provocadora a juzgar por el acalorado debate que se dio a continuación. Una conclusión a la que muchos llegamos es que las prácticas de publicación y citación fraudulentas comienzan en las imposibles exigencias que imponen los sistemas de evaluación. En un contexto en el que para avanzar en la carrera científica las condiciones son publicar incesantemente en revistas Q1 y volvernos cada vez más altamente citados, la tentación de tergiversar lo producido termina convertiéndose en una estrategia de supervivencia para muchos. Ser conscientes de las fallas del sistema y exponer casos faltos de ética son pasos muy importantes en la dirección correcta, aunque en tiempos en los que la Inteligencia Artificial empieza a irrumpir incluso burdamente en la redacción de papers, idear soluciones concretas se vuelve más apremiante que nunca. Lamentablemente nadie parece tener la respuesta, agencias nacionales de evaluación y grandes editoriales incluidas.
Docampo abogó por un nuevo enfoque de la evaluación científica, en el que la responsabilidad de llevar adelante los cambios necesarios no recaiga únicamente en, por ejemplo, la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación) española, sino también en los docentes e investigadores que toman decisiones de esta índole en sus pequeños o medianos espacios de actuación. ¿Cómo instar a los más jóvenes a ser pacientes y aspirar a la calidad, cuando sus CVs no crecen en número de publicaciones tan rápido como se les demanda? ¿Cómo explicarles que la ciencia lleva tiempo, que pensar y reflexionar detenidamente no sólo es recomendable sino crucial para su desarrollo, cuando a la vez los juzgamos por la cantidad de citas que han recibido? Ante tales contradicciones y la manipulación sin demasiadas consecuencias de los indicadores cuantitativos, la clave parecería radicar en los métodos cualitativos, aunque estos resultan muy costosos en tiempo y recursos humanos. ¿Podría la solución encontrarse en la combinación de ambos enfoques atravesados, a su vez, por la Inteligencia Artificial? Estamos sin duda ante un punto de quiebre respecto de una evaluación científica cada vez más impotente ante las prácticas fraudulentas, que debe dar lugar a una toma de decisiones concretas y creativas para impulsar la ciencia que queremos y, en consecuencia, el mundo que queremos.